jueves, 13 de mayo de 2010

Las fauces de la oscuridad

LAS FAUCES DE LA OSCURIDAD

Esa había sido una tarde complicada de trabajo, Elena no se sentía del todo bien. Tenia la clara y absoluta idea de llegar a casa y tirarse al sillón a ver alguna tontería irreverente en la televisión hasta quedar dormida, el trafico era atroz y tenia ganas de algo frio, el calor también era algo que la mantenía en ese constante sentimiento de mal genio, ni siquiera el aire acondicionado del carro la mantenía a gusto, sobre todo desde que se descompusiera el verano pasado y no lo hubiese mandado a reparar. Odiaba el tráfico esa línea interminable de bestias metálicas chirriantes y lentas lanzando sus gritos y luces por todos lados como un ganado bastante estúpido. Podría haberse conseguido un departamento en el Distrito pero la pura verdad es que el D.F. solo se sumaba a la larga lista de cosas que odiaba y que se venia haciendo mas grande conforme pasaban los años. No podría dormir rodeada de todo ese maldito escándalo, el reloj de la radio indicaba 9:32pm, ya no lo soportaba mas. Por fin un poco de movimiento el trafico se amainaba después del puente de la concordia y por fin podía ir a velocidad regular, pronto podría estar en casa, Elena recordó de pronto que no había comprado la comida del perro.
Llego a casa rayando las once, ninguna tienda de forraje o parecida en el pueblo estaba abierta para comprar un kilo de croquetas para el pobre “rulo” que después de que Elena entrase a trabajar había pasado a la categoría de juguete olvidado y vivía en una pequeña casa de fibra de vidrio en el pasillo de la marquesina, del primer piso que daba al patio cuadrado y enlozetado con azulejos amarillos bastante feos que había escogido su difunto padre mas por economía que por estética, estaciono el carro en el pequeño espacio para el que se había construido, coloco una enorme cadena al volante y descendió , quizá la tienda del “Farolito” siguiera abierta, cerraba bastante tarde desde que habían abierto el Oxxo en la esquina de la carretera a Cuautla, además estaba cerca a un par de cuadras apenas. Tomo su abrigo y se lo coloco hundiéndose de manera acogedora, la noche comenzaba a ser fría, como suele pasar después de los tremendos días de calor y no había ni una sola persona en la calle de su casa, después de todo solo tenia un par de vecinos y solían acostarse temprano, era lógico unos eran un par de viejos y los otros practicaban una extraña religión que les hacia mantener las luces apagadas después de las ocho de la noche y siempre reinaba un tremendo silencio atrás de sus altas bardas, había visto aquellas personas una vez, eran pálidos y flacuchos, con aires de gente sabia, casi como sacerdotes. No había luna y estaba un tanto oscuro el poste de luz parpadeaba y se encendía en periodos irregulares solo para volverse a apagar, -Justo como mi corazón- pensó Elena y siguió caminando. Un par de minutos mas tarde se encontraba en el “Farolito” que efectivamente se encontraba abierto hasta muy tarde y compro las croquetas, además de otros enseres que se hacen llamar comida.
Llegando a casa apenas entrando lanzo los tacones al diablo y se quito el abrigo, se dirigió a la cocina y metió unas palomitas en el micro-ondas, miraba como daban de vueltas y escuchaba el "Plop" que suelen hacer hasta que un tremendo ruido la hizo salir de su personal nirvana. ¿Qué había sido eso?- se pregunto. Quizá el perro que se estaba muriendo de hambre y había comenzado a inquietarse y a golpear por todo el lugar como era su costumbre, el “rulo” no era un perro pequeño y siendo un dogo fácilmente podía tumbar todo lo que se encontrara a su paso como la escaladora que se encontraba en el pasillo y que había pasado a mejor vida mas por oxido que por servicio, le llevaría su plato ahora mismo antes de que hiciera un mayor desastre, coloco las croquetas en el enorme plato con las letras “R U L O” impresas en el y subió las escaleras para dirigirse a la marquesina, nuevamente escucho otro ruido esta vez mayor y pudo escuchar un leve chillido.--¡ Este cabron ya se lastimo de seguro y ya ha de haber hecho un desmadre!. ¡Rulo estate en paz!--grito, y el chillido ceso. Se apresuro a subir las escaleras y abrió la puerta de la marquesina de un golpe, ¡pinche perro que estas...!, pero la frase se quedo en suspenso, lo que vio la dejo fría y sintió como la sangre subió rápidamente a su cabeza con el rápido salto que dio su corazón, todo el pasillo estaba lleno de sangre, la podía ver claramente sobre el piso de rugoso concreto y al final del pasillo al lado contrario de su casa estaba el perro echado y gimiendo levemente, como agitado, Elena se acerco corriendo y se agacho para verlo mejor, tenia las patas traseras en un Angulo que no era normal y podía ver la columna que sobresalía un poco ahí donde se había roto. -¿pero como diablos te hiciste esto rulo?- le grito al perro, quien contesto con otro leve gemido, intento tomar al perro por las patas delanteras y halarlo pero gimió y se removió de dolor, tendría que dejarlo ahí, el perro comenzó a gruñir, primero de una manera casi imperceptible y luego en aumento hasta volverse perfectamente audible, Elena creyó que era por haberlo movido, pero pronto se dio cuenta que no le gruñía a ella y que el perro lanzaba una mirada de rencor y quizá de miedo hacia donde estaba su refugio de fibra de vidrio, “Rulo” paso de los gruñidos a los ladridos en un instante unos ladridos feroces y graves, como solo se lo permite su genética, Elena miro la casita por un instante y sintió escalofríos, estaba segura de que algo la miraba desde dentro, algo agazapado en la oscuridad, tuvo el mismo sentimiento que los antílopes cuando miran desde la llanura a los altos pastos enseguida que perciben el aroma del león. Elena avanzó con paso lento y un tanto inseguro hacia la puerta de la marquesina, de pronto tuvo la necesidad de alejarse de ahí, Rulo seguía ladrando con fuerza y la ponía nerviosa, no podía ver bien el maldito poste estaba en su etapa de apagado y no dejaba ver claramente el piso que sentía pegajoso por la sangre a través de sus medias, avanzo otro poco, la puerta ya estaba muy cerca a un par de pasos, El foco de la calle se encendió y pudo ver o al menos vislumbrar un poco de lo que estaba agazapado en la casita, no pudo comprenderlo, tenia un hocico largo y mucho pelo en el cuerpo, pero con la cabeza calva, eso fue todo lo que pudo ver antes de cerrar la puerta con tanta fuerza que casi rompe las bisagras, un segundo después pudo escuchar un grito—como una sirena de bomberos tísica- pensó. Era horrible, Rulo dejo de ladrar en seco, un chillido después nada. Quiso gritar pero no pudo, tenia la garganta hecha nudos y sentía un dolor palpitante en la cabeza, podía escuchar ruidos, como de telas desgarrándose y tronar de huesos, una especie de revoloteo y chapoteo, se levanto de un modo casi histérico y corrió a su cuarto y se encerró con llave o todo lo que una trabe se pueda llamar llave, descolgó el teléfono y marco el 060, después de un rato que se le hizo tan eterno como lo fue, contesto una voz femenina,-Servicio de emergencia-, ¡Necesito ayuda, no se que pasa, un animal ataco a mi perro! Necesito que venga es la calle arriba del centro…pudo escuchar la puerta de la marquesina al saltar de sus goznes luego un pesado cuerpo moverse escaleras abajo, remover de muebles pesados y nuevamente el grito de sirena tísica, otra sirena, esta vez de la policía, una camioneta se había estacionado a fuera, Elena se asomo por la ventana y pudo ver a un par de oficiales bajar de la patrulla con la sirena aun encendida, el que venia del lado del copiloto se adelanto y toco la puerta, nuevamente sonidos de muebles removiéndose, el oficial que era un tanto gordo intercambió unas palabras con su compañero que Elena no pudo escuchar. Los dos policías se pusieron al lado de la puerta, al principio como sin saber que hacer, luego el segundo oficial, que venia manejando, abrió de una patada la puerta de entrada y pasaron dentro de la casa, en ese instante los ruidos cesaron, pronto Elena pudo escuchar la vos de los oficiales llamando.-¿Hay alguien ahí? No savia si responder, era un nudo de nervios, abrió la boca para responder, pero el ruido de la sirena tísica ya estaba ahí de nuevo, pudo escuchar un balbuceo y un par de disparos luego gritos y cosas que se rompían, pudo seguir los movimientos hacia la sala de estar, de pronto silencio. El corazón se le detuvo casi por completo el silencio retumbaba en sus oídos con tremenda violencia, un nuevo disparo la hizo saltar de manera brusca y otra vez una voz gritando algo como: Cielo…Puta, ¿Qué...? Un nuevo corretear hacia la puerta de salida y mas disparos. Elena corrió a la ventana para mirar y pudo ver por primera vez la extensión de aquello que enfrento un instante en la oscuridad de la marquesina, tenia el doble del tamaño de su perro y se movía el doble de rápido, llevaba arrastrando algo, algo grande, un… ¡si un hombre! Y con tal facilidad, detrás de el salió corriendo otro oficial dando tiros como un loco, aquella cosa comenzó a subir la barda de los vecinos, la familia de extraños, era horrible. Un tiro alcanzo a la creatura al parecer, por que soltó su presa y se revolvió como queriendo volcar su furia contra el agresor, Elena creyó ver algo como un pico al extremo del hocico de esa abominación y la luz del poste se extinguió, pero solo un instante, la luz volvió a inundar el callejón y la creatura se había ido dejando a su presa en el piso, era el oficial gordo y no parecía moverse. El otro se acerco y lo intento mover, regreso a su patrulla y llamó por la radio. Pasaron 20 interminables minutos, en el que Elena miraba por la ventana, esperando que una sombra saltara en cuanto la luz del poste volviera a apagarse, pero no sucedió. Un minuto después llego una ambulancia y otras tres patrullas, entonces Elena grito desde la ventana y un par de oficiales subieron hasta donde estaba ella. La llevaron abajo a la calle, donde un paramédico se acerco a saber si necesitaba algo.
La declaración no arrojo nada en claro, era todo confuso y poco creíble, Rogelio Estrada, el oficial sobreviviente, declaraba que un animal del tamaño de un burro se les había encima mientras atendían una llamada de ayuda de la señorita Elena Lozano en su casa, el animal en cuestión, según la declaración los había sorprendido por la espalda y había doblado a su compañero hasta “tronarlo”, lo había perseguido por la sala y el comedor con su arma disparándole ocasionalmente. “Parecía que pensaba, se lo juro por dios” había dicho, puesto que el “animal” había tomado la iniciativa al verlo dudar un momento y salió huyendo con su presa. “lo perseguí hasta acá fuera y le di un tiro, creo que le di en la espalda, porque soltó a Ramón”, nunca se pudo determinar qué fue lo que irrumpió en la casa de la señorita Elena, el informe forense indica que el Señor Ramón Gonzales murió por ruptura de la columna vertebral así como diferentes perforaciones de los órganos a causa de costillas rotas, el caso se tomo como allanamiento de morada y se comenzó una investigación contra aquel que resultara responsable por la muerte de un oficial en servicio.
Elena regreso a la tarde del siguiente día a su casa, la puerta estaba doblada y sentía una extraña soledad y pánico para entrar, su auto estaba abollado. Regreso a la calle y noto que en la puerta de enfrente había un moño blanco, alguien había muerto. La puerta se abrió mientras miraba el inmaculado color del moño, salió una señora, pálida como una hoja y de aspecto extraño, se le quedo mirando, percibió de ella una tremenda tristeza, una acechadora oscuridad, casi como aquella noche al ver la oscura puerta de la casita de Rulo. Elena apenas y pudo balbucear algo. Esta Señora la miro y dijo- Mi hijo, me lo mataron. El corazón de Elena dio un poderoso vuelco de pánico, salió de la calle y entró a su carro, salió a prisa, tanto como para rayar la pintura contra la reja de salida y comenzó a conducir lejos de ahí, sin saber bien a donde, solo lejos, como si una negrura la persiguiera. La noche iba en aumento y conforme caía se sentía perseguida, a punto de ser devorada por las fauces de la oscuridad.

Para mí mas lucida, bella y macabra inspiración,
Harumi.

L.M.A.V.

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